Este restaurante del barrio de La Ribera quiere ir más allá y ser, además, un agente de cambio. Fue a raíz de la pandemia del Covid-19 que estos dos amigos decidieron unirse para darle la vuelta y ofrecer una nueva manera de hacer, que consiguiera al menos en una pequeña parte, mejorar el funcionamiento de los sistemas alimentarios.
Este restaurante de platos empleados con procesos ancestrales y pensados para compartir y claramente de tipo mediterráneo, se encuentra en un antiguo edificio del s.XVIII del que han dejado vista la piedra original y han sabido sacar jugo de la arquitectura, abriendo grandes ventanales para dejar paso a la luz natural.

Espai Puntal, barrio de la Ribera (Barcelona), nació en el ojo del huracán de una pandemia global con una visión nítida: hacer del restaurante una plataforma de transformación. Comer bien, haciendo bien con lo que comemos es posible.
Vivimos en un contexto complejo en el que se enmarañan la crisis climática, los conflictos geopolíticos, la escasez de recursos, la reducción de la biodiversidad y la volatilidad económica. La realización de que la alimentación atraviesa cada una de ellas supone el germen del proyecto Espai Puntal.
La restauración colectiva supone, además de una de las formas más eficientes de alimentación a nivel energético y económico, una importante palanca de cambio para crear sistemas alimentarios más justos, sostenibles y resilientes. Especialmente si tenemos en cuenta el doble rol que estos tienen como grandes compradores y difusores de prácticas alimentarias. Los restaurantes son los escaparates de la industria agroalimentaria, espacios de contacto entre el mundo rural y los hábitos de consumo. Cada plato en un restaurante sostenible es un prototipo del ecosistema local/regional que nos imaginamos. «Decidiendo incorporar diversidad de variedades locales de vegetales en nuestro menú, estamos automáticamente contribuyendo a unos paisajes locales más ricos y diversos» comenta un miembro del equipo fundador del proyecto.
Localidad, microtemporalidad y artesanía son los tres pilares que apuntalan su apuesta gastronómica y que determinan los límites dentro de los cuales la creatividad puede brillar. Hacer más con menos y ser capaces de hacer brillar la elegancia de lo sencillo. En los dos años de andadura del proyecto se ha configurado una red de pequeños productores ecológicos y responsables que son el alma de la casa. Proyectos vitales de verdaderos custodios del territorio: mar, río, bosque, montaña y llanada.
«Ser estrictos con la temporalidad nos obliga al uso de técnicas de preservación: fermentados, maduraciones, ahumados, encurtidos…» lo que determina otro de los rasgos identificativos de la cocina del Puntal.